La consciencia corporal y la liberación de la mente van unidas.
No se alcanza una sin la otra.
La actitud del mindfulness y la práctica del yoga en nuestra rutina diaria, nos propicia a alcanzar estados de felicidad duraderos, menos efímeros.

Si vinculamos esta filosofía a las actividades que realizamos en montaña no solo beneficiamos nuestra consciencia absorbiendo los estímulos del momento, sino que transferimos a nuestro entorno lo que sentimos. Siendo conscientes de aquello que nos rodea, lo hacemos partícipe activo, tanto si hablamos de personas, seres animados o inanimados.

Así como en situaciones de exigencia física o mental, fatiga, miedo, estrés, agilidad… Ser conscientes de nuestras debilidades fomenta nuestras fortalezas consiguiendo un equilibrio, un todo. Para ello, necesitamos trabajar mente, cuerpo y espíritu.