El descenso de barrancos es una actividad muy popular entre grupos de amigos, propician el trabajo en equipo, fomentan la confianza en uno mismo aportando a la vez, diversión y frescura. Son una actividad de aventura que atrae cada vez  a más personas, siendo incluso uno de los puntos más fuertes del turismo activo.

Los barrancos se clasifican según su interés paisajístico, verticalidad, técnica y compromiso en casos de aumento del caudal. Encontramos barrancos sin ninguna dificultad técnica más que el tiempo de actividad física, que puede variar desde aproximación y retorno mínimos, con combinación de transporte, o accesos propios de una ruta de trekking en sí misma.

Según los pasajes que encontramos dentro del barranco, toboganes, saltos, resaltes y la complejidad de las maniobras de descenso, pueden requerir un alto nivel técnico en cuanto al manejo de cuerdas. Incluso en barrancos amigables, de “paseo”, es importante conocer los riesgos del mismo pues nos exponemos a situaciones de peligro en caso de lluvias torrenciales o caídas de piedras.

Y siguiendo en la línea de descensos, tenemos el “chute” de adrenalina por antonomasia, el puenting:

Saltos de caída libre desde un puente con una cuerda atada al arnés que no frenará tu caída hasta no elongarse por completo. Sabemos que suena a tópico, pero esta es una experiencia para quitar el hipo a cualquiera. Muy popular entre grupos, todos quieren probarse, y retar al siguiente. Pero una experiencia como esta, recomendamos disfrutarla con calma.

Obviamente cada uno es libre de saltar como quiera siempre que cumpla nuestras medidas de seguridad, pero el momento de preparación, es muy pèrsonal, llegando a ser un ritual que vale la pena disfrutar.
Es más, conviene tomarse unos segundos mirando el entorno, pues la liberación trasciende el espacio, todo se detiene, y al mismo tiempo es una emoción que pasa volando.